22 septiembre 2008

Cesiones al Gran Hermano

La verdad es que hoy no tengo muchas ganas de escribir. Y no porque el tema no sea interesante, sino porque creo que deberíais ser vosotr@s, los lectores, los que escribais.

Últimamente parece que Google está en boca de todos. Nuevo navegador (por cierto, os dejo un link a una comparativa de navegadores que me ha gustado), nuevo sistema operativo para móviles, nueva política de retención de datos, ... Y de fondo, el eterno debate sobre si Google es o no el nuevo Gran Hermano. Al respecto, una de las opiniones más equilibradas que he leído es la de Asbel López, que hace referencia a un aspecto fundamental desde mi punto de vista: la cesión de información a Google es voluntaria. ¿Estais de acuerdo con esta postura? ¿Cambia algo el hecho de que los usuarios sean o no conscientes de esa cesión?

Otro de los aspectos sobre los que me gustaría incitar a la reflexión es el relativo a la significancia individual. Está claro que un árbol en medio de una estepa destaca claramente. Pero si ese mismo árbol está en medio de un bosque de árboles ya no destaca, sólo es uno más, y toda la curiosidad que podía despertar ese árbol tiende a desaparecer. ¿Creéis que cambia algo el hecho de que la información recopilada de cada individuo sea sólo una más entre los millones de individuos de los que se tienen datos? ¿Tendría importancia la existencia de un tratamiento diferenciado de la información de ciertos individuos particulares? ¿Y la no diferenciación de nadie?

Por último, sólo me queda volver a recordar que, desde mi punto de vista, el concepto de privacidad de las nuevas generaciones está cambiando. ¿Cuál es el valor que damos a nuestros datos personales? ¿Es un valor objetivo o subjetivo? ¿Cuál es el valor que tiene la información? No olvidemos que hoy en día también se comercia con la información...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Joseba,

Esto no es nada nuevo, salvo por el hecho de que Internet acerca a las masas lo que antes "disfrutaban" tan sólo unos pocos. Me explico. Cambiemos de derecho fundamental y miremos qué pasa y ha pasado con el derecho a la intimidad. Los famosos han vendido exclusivas, a unos no les ha ido mal con respecto al respeto que recibían de la prensa rosa y otros han acabado muy mal, léase Carmina Ordoñez.

El peligro de vender barata tu privacidad son las consencuencias. Que nadie se queje mañana de que le han Googleado en una empresa y la cosa no le ha salido muy bien en un proceso de selección. Haber respetado tú mismo más tu privacidad.

Sin árboles no hay bosque y las empresas 2.0 lo que quieren son muchos árboles, da igual como sean, el caso es poder mostrar un bosque de candidatos a impactos de publicidad on-line.

La información era poder, y hoy en día lo es todo.

Traigo aquí a colación algo que decía Lawrence Lessig en su libro "Code", el comercio le hará a los Gobiernos el favor de darle una arquitectura que junto con la regulación le permita un control total, o al menos un control nunca visto hasta ahora.

Pensemos entonces en la cantidad de información que albergan bancos, operadores de telecomunicaciones y buscadores de Internet para que los Gobiernos puedan investigarnos. Hasta ahora en estos casos nos podemos quitar el sombrero con Google, pero algún día esa integridad que trae el do not be evil caerá.

Por cierto, hasta la privacidad de Lawrence Lessig tiene precio:

http://lessig.org/blog/2008/09/from_the_howtogiveawayyourpriv.html

Salu2

Javier Cao Avellaneda dijo...

Creo que lo único que se puede reprochar a Google es que no deje claro cuales son las contraprestaciones que a veces nos pide por el uso de sus servicios. Tienes razón que al ser una cesión voluntaria de los datos, no tenemos derecho a queja, pero cuando se habla de tratamiento de información, el concepto de finalidad es muy relevante. Yo puedo querer dar cierta información a Google pero sólo para una determinada finalidad, no un cheque en blanco.
Respecto a la significancia individual, los negocios como Google se basan en lo contrario, buscan extrapolar resultados obtenidos de un gran conjunto para poder ajustar más al interés individual. Al fin y al cabo, nos movemos por modas establecidas por grupos. Google licitamente sólo quiere conocerte mejor para saber que será lo que te vaya a gustar mañana y como negocio, es lícito. Es la aspiración de toda empresa respecto a sus clientes.
Respecto al concepto de privacidad de las nuevas generaciones, creo que a "aquellos" que podemos ver más allá del bosque nos toca concienciar respecto a las consecuencias que puede tener el regalar la privacidad. Mucha gente no es consciente de la factura que se puede pagar a medio y largo plazo por algo que se hizo sin pensar, y tampoco creo que sea justo dejar que la gente se preste a ciertas cosas abusando de su ignorancia.

En otros casos, que Google sea un tablón de anuncios para todo tipo de información tampoco es adecuado. Deben existir limitaciones y sirva como ejemplo el caso del profesor meon (http://www.jazztelia.com/tecnologias/post/2008/01/22/google-tendra-replantearse-todo-sus-sistema-busqueda-por).

Joseba Enjuto dijo...

Vamos a ver si soy capaz de integrar todas las reflexiones...

La verdad es que el panorama que planteáis entre los dos es bastante desolador. Por un lado, la información es poder. Por otro lado, esa misma información está sujeta a las leyes del mercado, así que si tenemos mucha oferta (y hoy en día lo que sobra es información) su valor percibido es pequeño. Así que estamos ante algo cuyo valor percibido es pequeño, pero que otorga mucho poder... a quien lo maneje. Y en este caso, parece que Google es uno de ellos (seguro que no el único). El problema es que si Google publicase la finalidad de uso de esos datos, estaría auto-limitándose el poder que puede ejercer en su uso. Un poder que, por otra parte, le hemos otorgado los propios usuarios, unos por candidez y otros porque consideran que lo que obtenemos a cambio merece ese pago. Aunque por otra parte Google nos cede algo de ese poder, ya que pone a nuestra disposición una buena parte de esa información. Un poco caótico, no?

De fondo, me temo que estamos ante un complejo sistema de fuerzas que no somos capaces de analizar. Es como uno de estos problemas de física del instituto (o era de la universidad) con poleas, pesos, y una cuerda que lo atraviesa, y en el que al final tenemos que decir cuánto y en qué dirección se mueve el extremo, nuestra privacidad. Sólo que algunas de las poleas y fuerzas no las tenemos parametrizadas, y otras quizás ni las tenemos identificadas, aunque estén ahí... ¿Qué pasará? Quién será el físico capaz de resolver la ecuación?
:-)